Soledad Marroquín M. @sol_marroquin
A inicios de marzo, la cosecha de uva estaba en su esplendor. La calidad de la uva así lo decía. Vendimiadores, hombres y mujeres, recorrían los campos recogiendo los hermosos racimos hasta que llegó el Covid-19.
La situación no puede ser más complicada para los agricultores de uva y productores. La uva para producir vino y pisco se cosecha una sola vez al año. Es un producto estacional. La economía y vida de los viñateros -o “uveros” como se les llama tradicionalmente-, se basa en esa única cosecha que se realiza entre febrero y abril de cada año, tiempo en que las uvas logran la maduración y el azúcar es óptimo. Si no se recoge la uva en el tiempo indicado, sigue madurando, aumenta el dulzor y no es ideal para el pisco y su proceso de destilación, aunque sí para la elaboración de vino; y luego los racimos continuarán su proceso de pasificación.
Para darse una idea de cuál era la realidad de este sector cuando se ordena la cuarentena y suspensión de actividades, ayuda recordar que, a inicios de marzo, la Dirección Regional de Agricultura de Ica promovía una rueda de negocios para ofertar 5 millones de kilos de uva Quebranta y un millón de uva Torontel y Moscatel de 250 productores. El precio se calculaba entre 1,50 y 2 soles el kilo. ¿Qué hacer ahora con toda esa uva? ¿Se puede cosechar o no? ¿Se puede elaborar mosto y vinificar? ¿Se puede destilar? Si la bodega no tiene tanques con temperatura controlada, como es el caso de la mayoría, el mosto se malogra si no culmina el proceso.
Esta semana se supo que existen autorizaciones otorgadas por el Ministerio de la Producción para la operatividad y producción de bienes y servicios esenciales a las bodegas que están afiliadas a determinados gremios; lo que en buena cuenta autoriza la operatividad de la bodega. Los productores que no son miembros de esos gremios, la mayoría de un total de más de 500 a nivel nacional, aún están en espera. No existe acción de parte de la Conapisco, entidad liderada por el Ministerio de la Producción, ni del Consejo Regulador de la DO Pisco.
Esta semana, la Cámara de Comercio de Ica ha presentado al Ministerio en mención una carta en la que solicita las autorizaciones respectivas para los agricultores y bodegas que están aún en pleno proceso de producción. Ojalá la respuesta no tarde en llegar. El daño sería terrible, pues estamos hablando de productos que se trabajan una sola vez al año. La Cámara de Comercio de Ica no solo cuenta con afiliados iqueños, sino también de Caravelí y Cañete. Como bien dice Luis Vila, director ejecutivo de la entidad, “la territorialidad no debe ser limitante”.
La pandemia nos tomó a todos por sorpresa. Hoy más que nunca es vital trabajar en colectividad, se necesita unidad para mirar el futuro y enfrentar el presente.
